La bacteria borrelia bugdorferi puede afectar al sistema nervioso provocando síntomas neurológicos y psiquiátricos importantes.
Además de las coinfecciones que puede provocar la Enfermedad de Lyme, se encuentran también un buen número de enfermedades mentales, ya que el sistema nervioso puede verse afectado desencadenando una amplia gama de posibles síntomas y signos neurológicos y psiquiátricos en pacientes de todas las edades, incluidos los niños.
Habitualmente, los síntomas neuropsiquiátricos suelen desarrollarse después de que se hayan presentado los primeros síntomas del Lyme, aproximadamente una semana después de contraer la infección a consecuencia de sufrir la picadura de una garrapata infectada por Borrelia. Estos primeros síntomas pueden ser clave a la hora de diagnosticar la Enfermedad de Lyme. Tratarlos antes de que el Lyme pase a su fase tardía, es determinante para frenar el avance de la enfermedad y / o experimentar su curación.
No obstante, los síntomas neurológicos que imitan otros trastornos psiquiátricos pueden presentarse en cualquier etapa de la enfermedad de Lyme.
Entre dichos síntomas neurológicos, se encuentran: parálisis facial, dolor de cabeza, neuralgia, dolor de cuello, visión doble, trastornos sensoriales, mareos, entumecimiento, hormigueo, pérdida auditiva, convulsiones, hipersensibilidad al sonido o a la luz, fatiga debilitante, incontinencia urinaria…
A los que se pueden sumar síntomas de deterioro cognitivo como son: pérdida de memoria, procesamiento lento de la información, dislexia, razonamiento abstracto pobre, déficit de atención o deterioro del procesamiento visual, así como síntomas psiquiátricos como: psicosis, alucinaciones, delirios, cambios de humor extremos cercanos al trastorno bipolar, episodios de ira, depresión, comportamientos suicidas o trastorno obsesivo compulsivo (TOC) entre otros muchos.
Pero esto no es todo. La salud mental de los enfermos de Lyme puede verse afectada aún sin haber desarrollado estos síntomas a consecuencia de la controversia que genera su diagnóstico y que hace que éstos pasen en ocasiones, por largos procesos en los que visitan a numerosos profesionales que no terminan de dar con un diagnóstico certero y consecuentemente tampoco pueden proporcionarles un tratamiento eficaz.
A consecuencia de este calvario es muy común que los enfermos de Lyme terminen por desarrollar frustración, depresión y marginación y aislamiento en numerosos casos, a consecuencia de la incomprensión que experimentan.